Verde, silenciosa y cautivadora.
Entonada con la música,
Risueña con la locura del momento.
Las puertas se abrían,
Como si el otoño golpeara la puerta una vez más,
Pero el golpe no fue tan certero como lo testarudo del sentir.
Los pasos no fueron los correctos,
Los pies se desviaron con el sendero errado.
Es la palabra del camino equivocado,
La casualidad como lo hemos llamado,
Destino como los viejos decían.
No fue sólo una mirada,
Fue un sentir profundo de sensaciones emanadas.
Tiritaban los brazos de la fría noche,
Los minutos se aturdían,
Sólo querían que las dos miradas adormecidas se juntaran.
Miraba el reloj a cada tanto,
Esperando la hora del aletargo.
Esperaba que por un minuto,
Sólo por un minuto,
La noche y el otoño,
Juntaran sus ojos,
Y que por un momento,
Sólo por un momento,
Se dieran un abrazo fraterno.