Conté cada
paso hasta el camino a tu casa,
Como si eso
acortara la distancia por momentos.
Reí con la
cuenta imperfecta,
Como si cada
huella fuese una historia contada.
Cuatro
millones ciento sesenta y siete mil quinientos,
Y la cuenta
se iba desvaneciendo a cada tanto.
Mientras tú
contabas cada estrella,
Cada
palabra.
La noche se
cerraba de a poco,
A cuentas y
más cuentas.
Ciento
veinticinco son los soles que faltan,
Mientras tú
dormías en las lunas.
Cinco son
los sentidos de mi memoria,
Que se
perdía entre mis por qué,
Zigzagueaba
en los peros,
Se refugiaba
en los después.
Tres eran
las luces que saltaban,
Primaveras
que pasaban,
Otoños que
reían,
Hojas que no
se quedaban.
Diez fueron
los intentos de escribirte,
Los papeles
volaban entre las cartas,
Sin
remitente, ni dirección,
Más que los
pasos que contaba.
Ciento
sesenta y siete latidos de mi lápiz,
La cuenta de
las palabras que me diste,
Un corazón
que elegiste,
Un sentido
por el que sonreíste.