Buscando correr las manillas a la izquierda.
De pronto la luna ya no se escondió con el sol,
Y la mañana era una constelación.
El cielo se caía,
Las tierras comenzaron a volar,
Nuestra mente de niños volvió a soñar.
Callábamos para poder ver,
Nos mirábamos para decir,
Tocábamos para entender,
Reíamos para disfrutar.
Era el lejano bastión del espacio perdido de mi memoria,
El último sorbo creativo de nuestro recuerdo,
La gota de pintura para nuestro pincel,
La única mirada para entender.
Los años dejaron de pasar porque comenzaron a volver,
Como niños jugamos con la inocencia.
Los problemas no eran habitables,
Y nuestra capacidad de impresión era inagotable.
Las fronteras no eran más que el horizonte de nuestro dibujo,
Marco perfecto de la pintura en reversa,
La que daba el paso de ayer,
Las memorias de mañana.
La turbación del paso espontáneo del reloj,
Que pasó a tus manos de pronto,
Sin caer a la realidad de los versos,
Sin caer a la fantasía del tiempo.