Los ahora sólo se refugiaban en los después, para que el pasado pudiese volver.
Las manos querían ser mis pies para caminar entre los versos por una vez.
Los oídos comenzaron a hablar,
Se dispusieron a contar los secretos que sólo ellos pudieron escuchar,
Mientras que los ojos estaban expectantes para ocupar su lugar.
Los hacer se confundían en los tal vez, quizás por miedo a perder.
La culpa se convertía en certeza,
Porque la aceptación buscaba un amanecer.
La noche despertaba al sol,
Y a la luna sólo le generaba una confusión,
Mientras las estrellas se apagaban día a día, una a una.
Los tener se delegaban en poder, para que el querer fuese convencer.
La rutina se volvía creativa, para que la imaginación se volviese adictiva.
Los defectos se vistieron de belleza,
Y la frialdad buscó ser amiga de la dulzura.
Los miedos fueron una máscara de valentía, como única medicina.
Vimos el reflejo de nuestros ojos, para que la comodidad fuese silencio.
Y con un te quiero rotundo, dimos vuelta nuestro mundo.